Transcurridos los dos días, Jesús partió hacia Galilea. El mismo había declarado que un profeta no goza de prestigio en su propio pueblo. Pero cuando llegó, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la Pascua; ellos también, en efecto, habían ido a la fiesta. Y fue otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había allí un funcionario real, que tenía su hijo enfermo en Cafarnaún. Cuando supo que Jesús había llegado de Judea y se encontraba en Galilea, fue a verlo y le suplicó que bajara a curar a su hijo moribundo. Jesús le dijo: "Si no ven signos y prodigios, ustedes no creen". El funcionario le respondió: "Señor, baja antes que mi hijo se muera". "Vuelve a tu casa, tu hijo vive", le dijo Jesús. El hombre creyó en la palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino. Mientras descendía, le salieron al encuentro sus servidores y leanunciaron que su hijo vivía. El les preguntó a qué hora se había sentido mejor. "Ayer, a la una de la tarde, se le fue la fiebre", le respondieron. El padre recordó que era la misma hora en que Jesús le había dicho: "Tu hijo vive". Y entonces creyó él y toda su familia. Este fue el segundo signo que hizo Jesús cuando volvió de Judea a Galilea.
SI TUVIERA CELULAR, LE FALLABA LA FE
Hoy ,leyendo el evangelio, recordé aquellos ejercicios de matemáticas que decían: “ si tal persona sale de un determinado lugar y se encuentra a tres cuartas partes del camino con otro que viene del lugar a donde va el primero…calcule la distancia que separa ambos lugares.”
Porque este tata, creyó EN Jesús, porque había visto y oído de sus maravillas y fue a pedirle que sanara a a su hijo y cuando le pidió por favor que lo acompañara a su casa para que lo cure, Jesús le dijo: andá tranquilo, ya esta curado … pucha… me pregunto que hubiera hecho yo. Viajar tanto tiempo, pedirle. Suplicarle, rogarle, llevar acompañantes, movilizar un grupo de gente, preparar provisiones… todo, para que me diga: ya está, anda tranquilo. ¡Que falta hubiera hecho un celular para hablar a casa y preguntar por el hijo!
Sin embargo no solo creyó “EN “Jesús, sino que le creyó “A “Jesús. Y se fue, seguro que su hijo estaba sanado. Y así fue. ¡Qué fe, hermano, que fe!
Ojalá que nuestra vida sea creer EN y creer A Jesús. Caminaremos menos preocupados por la vida, seguros de su palabra y de su amor.
Sergio Valdez
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