"Y me hice débil con los débiles, para ganar a los débiles. Me hice todo para todos, para ganar por lo menos a algunos, a cualquier precio. Y todo esto, por amor a la Buena Noticia..."
1Cor. 9, 22-23

lunes, 28 de enero de 2008

EXAMENES.....


Todos tenemos que dar cuenta de cosas de nuestra vida alguna vez… Especialmente cuando eres estudiante –aunque también en otros momentos- llegan tiempos de agobio, de trabajo, de inquietud, de insomnio y sobrecarga.
Y asociados a ellos muchas de las dimensiones de la vida: el esfuerzo, la aridez de lo que no es fácil, la incertidumbre ante las posibilidades de éxito o de fracaso, la tensión por querer hacerlo bien, el deseo de que cunda el tiempo empleado, la importancia de obtener un resultado positivo…
Es verdad que cuando está uno en esos momentos desea, por encima de todo, que pasen (bien). Pero es entonces cuando tiene especial sentido pararse y recordar que estos momentos también hablan de nuestra manera de vivir


1. RESPONSABILIDAD
Es bueno tener algo por lo que luchar, en lo que implicarte y sentirte urgido. Y esto ocurre en los estudios, o en el trabajo, o incluso en la vida afectiva. Se espera algo de mí. Me voy comprometiendo, o hay plazos, o toca cumplir tal o cual cometido… A menudo esto provoca tensión, pero también es una fuente de sentido (y un privilegio) el tener metas, proyectos, deseos, algo por lo que luchar. Es verdad que a veces me repatea el tener que rendir cuentas, o me siento desbordado, o las ojeras hablan por mí… Pero a la vez es enriquecedor el atarte a algo, implicarte, un soñar aterrizado, asumir que cada camino tiene sus rincones para descansar y otros tramos en que toca darlo todo…

2. APRENDIZAJES
En el proceso de dar cuenta, de cumplir plazos, de responder a las expectativas, voy aprendiendo mucho sobre mí mismo. Sobre mis maneras de trabajar, mis manías y mis pequeños rituales. Los aciertos y los errores. Mi rigidez o flexibilidad, mi resistencia y mi necesidad de descanso.Descubro que cada uno somos diferentes en nuestra forma de estudiar o de trabajar, y voy aprendiendo a respetar esa diversidad.Aprendo a ganar –a veces- y a perder –otras-. Aprendo a ir corrigiendo aquello que necesita cambio, y a aceptar aquello que es parte de mi limitación…

¿Qué me gusta y qué me incomoda de mi propia manera de estudiar o trabajar?¿Qué voy aprendiendo sobre mí?En mi vida de fe, de dudas y respuestas, de búsquedas y crecimiento, de lecciones e incertidumbres, ¿voy aprendiendo algo?

lunes, 14 de enero de 2008

¡CUANDO DIOS LLAMA!

"… ten valor, levántate, Jesús te llama" Marc 10,49

Veamos brevemente el contexto de esta narración. Es cuestión de un ciego sentado al borde del camino, que oye pasar a la multitud. Eso le intriga y poniéndose junto a él, se entera de que es Jesús que va a la cabeza de todos. Probablemente ya ha oído hablar de los milagros que el Señor hace. Entonces el ciego se pone a gritar muy fuerte: "Jesús, ten piedad de mí." Alguien viene a decirle: "Ten valor, te llama". Y son tardar, nuestro hombre se dirige a tientas al Señor.
Si transpones esto a tu caso personal, es evidente que no te dejarías escapar una tal ocasión. Jesús pasa. ¿Cómo no aprovechar esta oportunidad?

"Ten valor, te llama". Nos parece oír el eco de las palabras que Dios se dirigió a Adán y Eva, después de la caída. En esta llamada, no existe la sombra de un reproche ni de una reprimenda sino una inmensa esperanza.
Alguien ha dicho que esta llamada puede traducirse también por: "¿Cómo has llegado ahí?" La llamada de Dios no es accidental. Es una llamada preparada desde toda la eternidad y tiene repercusión a través del tiempo. Dios no actúa nunca de imprevisto.
El apóstol Pablo declara en la carta a los Romanos 8,30: " A los que Dios ha llamado, también ha justificado". Esta llamada no está dictada por lo arbitrario, el fatalismo o por un Dios pretendidamente despótico.
El Creador te ha dado una voluntad propia. Dios en un acto soberano de su gracia, te llama. El apóstol Pedro te dice, en su primera carta 2,9: : "Dios te ha llamado de las tinieblas a su admirable luz". Es una pura gracia de Dios, que no tiene nada que ver con tus méritos personales.

El ciego de nuestra narración, será curado de su ceguera por Jesús y lo seguirá.
No olvides las palabras de Jesús en Mateo 22,14, pues hay muchas llamados pero pocos elegidos. Te toca a ti elegir y responder a esta invitación. Es con esta condición que entras en este plan maravilloso de salvación ofrecido por Dios. "Ten valor, te llama.
"Una oración para hoy

Señor, ¿cómo no ser reconocido a tu amor por mí? Permite que con la ayuda del Espíritu Santo, oiga directamente tu llamada. Comprendo ahora el fin y el sentido de mi vida. Gracias Señor. En el nombre de Jesús, amén.