"Y me hice débil con los débiles, para ganar a los débiles. Me hice todo para todos, para ganar por lo menos a algunos, a cualquier precio. Y todo esto, por amor a la Buena Noticia..."
1Cor. 9, 22-23

miércoles, 26 de diciembre de 2007

ORACION DE FIN DE AÑO

Señor, al terminar este año quiero :

DARTE GRACIAS por todo aquello que recibí de ti,Gracias por la vida y el amor, por las flores, el aire y el sol, porlaalegría y el dolo por cuanto fue posible y por lo que no pudo ser.

TE OFREZCO cuanto hice en este año,el trabajo que pude realizar,las cosas que pasaron por mis manosy lo que con ellas pude construir

TE PRESENTO a las personas que a lo largo de estos meses ame, las amistades nuevas y los antiguos amores, los más cercanos a mi y los que están lejos, los que me dieron la mano, y aquellos a los que pude ayudar, con los que compartí la vida, el trabajo, el dolor y la alegría

Pero también señor, hoy quiero pedir PERDON por el tiempo perdido,porel dinero mal gastado, por la palabra inútil y el amor desperdiciado

Perdón por las palabras vacías y el trabajo mal hecho, por vivir sinentusiasmo, Y por la oración que fui aplazando y que hasta ahora vengo a presentarte.
Por todos mis olvidos, descuidos y silencios,me egoísmo, vanidad, egolatría, y soberbia mal entendida nuevamente te pido PERDON.........

viernes, 21 de diciembre de 2007

Adviento – Navidad 2007

Para preparar el corazón
Adviento es tiempo de velar, escuchar y llamar



El que no duda, no busca.
El que no busca, no ve;
el que no ve, está ciego
.
Nos preparamos para hacer oración...
Buscamos la postura mejor para vivir ese diálogo con Dios... para ponernos a la escucha de la
voz del Señor, que una y otra vez sacude y mueve toda nuestra vida...
Imaginamos que en ese silencio de nuestro interior abrimos bien la puerta de todo nuestro ser,
para que llegue mejor al último rincón de nuestra vida, la voz del Señor... su mensaje de esperanza.
Sólo somos una puerta que se abre y se abre... a esa presencia de Dios, que trae la salvación
para todos...
Vivimos desde el silencio, esta actitud de apertura total a Dios.
silencio


¡Adviento es tiempo de Velar!


Velar no puede confundirse con la actitud de quien espera, despreocupado, la llegada de ese
amigo que ha anunciado que viene. En tal caso, podríamos velar siguiendo con lo nuestro o al calor
de las mantas.
Más, si velamos así, seguro que con el ruido o con el sueño no oiremos su llamada a nuestra
puerta. Seguro que nuestras ocupaciones nos impedirán que nos ocupemos de él. Seguro nos
perdemos la dicha de descontar, uno a uno, los días que faltan para su llegada. Seguro que no
vuelve a venir...
Velar consiste en mirar una y otra vez por la ventana. En desplegar nuestras antenas a los cuatro
puntos cardinales en busca de algún signo que denote la llegada.
Velar es quitar estorbos y embellecer la casa para que pueda acaecer en ella algo feliz.
Velar ha de consistir en arreglarlo todo para que pueda tener lugar la fiesta, sin perdida de
tiempo, apenas llegue el amigo a quien se espera.
Velar la llegada del Amigo que esperamos en Adviento es aún algo más:
Es como acelerar, como garantizar esa misma venida. ¿Cómo va el Señor a resistirse al deseo de
reunirse cuanto antes con aquellos que le esperan con tanta impaciencia?
Velar, pues en Adviento, consiste, en fin, en dejar que entre en casa el Evangelio.
Velar es... estar listos... como lo están los médicos de guardia o ese retén de bomberos. Como
lo está esa joven mamá con todo preparado para la hora del parto.


En Adviento, estar listos consiste en estar dispuestos a amar. Para abrir nuestras puertas,
no lo suficiente, sino de par en par. Para transformar las propias palabras y acciones en herramientas
de paz y de acogida para todo el que llegue en el nombre del Señor.
Estar listos es llevar el Evangelio en las manos y en el corazón.
Rom. 13, 11-12 “Conocen, además el tiempo que les ha tocado vivir, ya es hora de que despierten del
sueño, pues la salvación está ahora más cerca de nosotros que cuando empezamos a creer. La noche está
muy avanzada y el día se acerca; despojémonos de las obras de las tinieblas y revistámonos de las armas
de la luz”
Cada instante tiene peso y profundidad, cada momento tiene su gracia. Se nos invita a
despertar, a vigilar, a no vivir alienados o corrompidos. El día se acerca: Cristo es el día.

Cuento:

“Una vez un gran compositor, se encontró con un antiguo compañero, que abandonó, muchos
años antes, sus estudios de música para dedicarse a la oración, y le llamó la atención que, a
pesar de que sus ropas estaban roídas, en su cara lucía la felicidad.
El compositor, sabiéndole muy creyente preguntó: ¿Qué es para ti Dios?
Él le dijo: Te responderé cuando tú me contestes: ¿Qué es la música para ti?
El compositor, que había dedicado gran parte de su vida a la música, reflexionó unos instantes y
le contestó: “Realmente no sé si sabré explicártelo sólo sé que vivo por ella sin saber si la encontré,
o me ha encontrado. Ya no recuerdo cómo fue pero al final me ha conquistado. Vivo por
ella pues me da toda mi fuerza de verdad, vivo por ella y no me pesa. Vivo por ella yo, también,
no te me pongas tan celoso, porque ella entre todas es la más dulce y caliente, como un
beso. Ella a mi lado siempre está para apagar mi soledad, más que por mí, por ella yo vivo también.
Es la musa que te invita a tocarla suavecita en mi piano, a veces triste, la muerte no existe
si ella está aquí.
Vivo por ella pues me da todo el afecto que le sale. A veces pega de verdad pero es un puño que
no duele. Vivo por ella porque me da fuerza, valor y realidad para sentirme un poco vivo...
¡Cómo duele cuando falta!
Vivo por ella en un hotel. Cómo brilla fuerte y alta. Vivo por ella en propia piel y si ella canta
en mi garganta mis penas más negras espanta.
Vivo por ella y nadie más puede vivir dentro de mí, Ella me da la vida, la vida...
si está junto a mí, si está junto a mí...
Desde un palco o contra un muro vivo por ella al límite, en el trance más oscuro vivo por ella
integra. Cada día una conquista la protagonista es ella también.
Vivo por ella porque va dándome siempre la salida.
Porque la música es así fiel y sincera de por vida, vivo por ella y me da noches de amor y libertad.
Si hubiese otra vida, la vivo... por ella también. Ella se llama música, y es mía también
Vivo por ella créeme, por ella también. Yo vivo por ella, yo vivo por ella...
Y el cristiano le contestó: Pues todo eso es Dios para mí”.


¡Adviento es tiempo de escuchar!


Hablar es cosa fácil, no así el Escuchar
Sin duda por eso nos dio el Señor dos orejas pero sólo una lengua.
Oír como quien oye llover. Oír campanas sin saber de dónde, también resulta sencillo.
No así lo de Escuchar


Ponerse a la Escucha de alguien es, en primer lugar, rechazar todo lo que puede distraer

nuestros oídos, nuestra mente, nuestro espíritu.

Escuchar es acallar los tumultos interiores, apartar las fascinaciones de exterior, alejar

las interferencias que dispersan la atención y distorsionan la palabra que el otro me

dirige.

Escuchar es hacer un silencio lo suficientemente denso como para que yo grite desde

él: ¡Ahora tú eres mi centro!, ¡Mi meta!, ¡Mi carrera me lleva únicamente a ti!

Ponerse a la Escucha de alguien es apartar la mirada de uno mismo y volverse hacia el

otro, llegar al cara a cara, como diciendo: ¡Aquí estoy¡ ¡No existe para mí ningún otro

interés! ¡Estoy listo para percibir hasta el susurro de tu palabra!

Escuchar equivale a acoger. A abrir de par en par todas las puertas tras de las que

uno se guarda. A derribar tanta alambrada y frontera tras de las que nos parapetamos.

Escuchar a alguien es descuidarme a mí y preferir al otro. Es preferir al que está ahí,

ante mí; y acogerlo con su saco atestado de ropa más o menos limpia, pero que es la suya.

Es aceptar que entre en mí, es recibir al otro, con sus sueños y sus deseos; con sus

gustos y disgustos; con sus filias y sus fobias.

Es prever que va a desordenar los estantes tan cuidadosamente ordenados de mi existencia;

es cederle el sitio; es ofrecerle las llaves de la casa, como diciéndole: “Tu presencia

me lo va a poner todo patas arriba; pero corro el riesgo: ¡te escucho! ¡Las palabras

que me digas serán para mí espíritu y vida”.

Adviento es el tiempo de la Escucha porque es el tiempo en el que, lentamente, asimilamos

esa Palabra que ha venido a habitar entre nosotros.

Adviento es el tiempo en el que todos los que Escuchan la Palabra aprenden a cambiar

sus tinieblas en claridad. El tiempo en el que, poniéndose a su escucha, se arriesgan

a hacer un camino hacia la luz.

Adviento es el tiempo en que los hombres Escuchan al Señor por el altavoz de cada

prójimo. Es cuando todo lo que endurece los corazones se derrite ante el calor del Evangelio.

Es cuando saltan a la boca de uno palabras nuevas y al corazón de uno sentimientos

nuevos y a la conducta de uno actitudes nuevas... Así nace el Otro en uno. Por eso,

porque...

Lectura del Evangelio: Mt 11. 2-11

DIALOGO ENTRE EL HOMBRE Y DIOS

HOMBRE: ¿Cuánto me quiere Dios?

DIOS: Mucho más que la vela quiere al viento,

más que el mar quiere al agua y la sal,

mucho más que el cristal quiere a la lluvia,

te quiero mucho más

Mucho más que el espacio quiere al tiempo,

que el calor necesita del sol,

mucho más que la huella quiere al suelo,

te quiero mucho más.

HOMBRE: Y yo si saberlo casi

DIOS: y tu casi sin saber

HOMBRE: los dos somos más que todo, los dos, mucho más

DIOS: Mucho más, que te ames a ti mismo

HOMBRE: Mucho más que me quiero yo a mí

DIOS: Más que el fin puede amar a su principio te quiero mucho más,

HOMBRE: te quiero mucho más.

¡Adviento es tiempo para llamar!

El Señor está cerca. Siempre viene, siempre está cerca. Pero ahora quiere venir a nosotros de

una manera especial. Quiere renovar en nosotros el misterio de la Encarnación y la Navidad.

Quiere encarnarse en nosotros, por medio de su Espíritu, como palabra y como pan. Quiere nacer

en nosotros como niño. Quiere vivir en íntima y plena comunión con nosotros.

Por eso queremos preparar el camino al Señor. Que no encuentre obstáculos cuando se acerca a

nuestra casa. Y que tengamos la casa limpia, adornada y con todas las lámparas encendidas.

SOY YO. DIÁLOGO ENTRE EL HOMBRE Y JESUCRISTO

Hombre: SOY YO, QUIEN MIRA LA LLUVIA Y SE ACUERDA DE TI... SOY YO... TAMBIEN, A QUIEN LE HACES

FALTA Y SE SIENTE MORIR... SOY YO... SOY YO, QUIEN POR TU PALABRA HA EMPEZADO A SENTIR. AQUEL A

QUIEN EN EL CIELO LO HAS HECHO VIVIR, NO LE DES MAS VUELTAS, SIN LUGAR A DUDAS... YO SOY...

Jesucristo: SOY YO... QUIEN BUSCA EL ENCUENTRO PARA SER DE TI... SOY YO... Y SOY... QUIEN TODO LO

HA DADO SIN PENSAR EN MI... YO SOY... AQUEL QUE UNA ESTRELLA DEL CIELO TE QUIERE BAJAR QUIEN

SOLO AL TENERTE DESPIERTA CON GANAS DE AMAR QUIEN MAS SE TE ARRIMA... QUIEN MAS TE ADIVINA...

SOY YO... SI UN DIA EL UNIVERSO COMPLETO TU QUIERES TE DOY... NO OLVIDES UN LOCO EN EL MUNDO

TU TIENES YO SOY... QUIEN MAS TE HA ANHELADO, Y MAS TE HA ESPERADO... SOY YO

Ven, Señor Jesús… Queremos intensificar nuestro deseo de recibirte. Es verdad que debemos

convertirnos de nuestros pecados y preparar el camino al Señor, pero la primera conversión

la mejor preparación es intensificar el deseo de recibirlo. Que sintamos de verdad la necesidad

de que venga. Porque, a lo mejor, lo que queremos que vengan son otras cosas, eso que

llamamos “Navidades”, pero no la Navidad de nuestro Señor Jesucristo.

Movidos por el Espíritu, decimos: Ven, Señor Jesús. Ven, porque te necesitamos. Ven a

limpiarnos y curarnos. Ven a ahuyentar nuestras tinieblas. Ven a encender nuestro corazón.

Ven, Señor Jesús .Porque te queremos. Ven, para que te entreguemos nuestro amor.

Tú eres nuestro hermano y amigo. Tú has querido venir a nosotros y dar la vida por nosotros.

¿Cómo podríamos vivir sin ti?

Lectura del Evangelio: Lc 3. 1-6


Ahora vamos a leer un abecedario, podemos reflexionarlo, por si nos sirve para preparar un corazón que llama


ABECEDARIO:


Agradecer a Dios el habernos regalado las personas con las que convivimos.


Buscar el bien común por encima de los intereses personales.


Corregir con empatía a aquel que se equivoca.


Dar lo mejor de uno mismo, poniéndose siempre al servicio de los otros.


Estimar a los otros sabiendo reconocer sus capacidades.


Facilitar las cosas dando soluciones y no creando más problemas.


Ganar la confianza de los otros compartiendo con ellos sus preocupaciones.


Heredar la capacidad de aquellos que saben ser sinceros con valentía y respeto.


Interceder por los otros a Dios, antes de hablarle de nuestras cosas.


Jamás juzgar a los otros no por lo que tienen ni por lo que aparentan, sino verlos tal y como son.


Limitar las ansias personales frente a las necesidades del grupo.


Llenarse con lo mejor que uno encuentra en el camino de la vida.


Mediar entre los compañeros que no se entienden.


Necesitar de los otros sin ningún prejuicio.


Olvidar el miedo al qué dirán dependiendo de la opinión de los demás.


Preocuparse por los más débiles y necesitados.


Querer siempre el bien de las personas.


Respetar las opiniones de los demás.


Salir al encuentro del otro, no esperando que él dé el primer paso.


Tolerar los defectos y límites propios y ajenos con sentido del humor.


Unirnos todos para vivir en paz y armonía.


Valorarse con realismo sin creerse superior a los demás.


X es una incógnita que invita a la búsqueda constante de La Verdad con mayúscula.


Yuxtaponer ilusiones y esperanzas, trabajos y esfuerzos por crear fraternidad.


Zambullirse sin miedo en el nuevo día que Dios nos regala cada mañana



lunes, 10 de diciembre de 2007

Convivencia de Iniciadores 2007- Cerro San Bernardo

domingo, 2 de diciembre de 2007

DIOS, CARTA DE AMOR DEL PADRE